La vida de Nietzsche, la persona detrás del filósofo

Nietzsche es quizás la figura que más ha influenciado el pensamiento del siglo XX y que más ha provocado controversias con su crítica a la cultura occidental. Dejando de lado su filosofía, nos acercamos a Nietzsche como persona. Descubriremos dónde creció, cómo se empezó a interesar por esta disciplina, quién fue su amor no correspondido y, finalmente, cómo llegó a la crisis mental que lo dejaría inactivo hasta el final de sus días. 

El pequeño Nietzsche: infancia y adolescencia

Nietzsche
Friedrich Nietzsche

Friedrich Nietzsche nació el 15 de octubre de 1844 en Röcken, Alemania, aunque en aquel entonces era Prusia. Hijo de Franziska Oehler Carl y Ludwig Nietzsche, un pastor luterano que desgraciadamente falleció en 1849, cuando el pequeño Friedrich tan solo tenía cuatro años. Las desgracias familiares no acabaron aquí, pues al año siguiente también su hermano pequeño los abandonó de una muerte repentina.

Tras estos sucesos la familia Nietzsche se trasladó a Naumburgo, donde fueron obligados a vivir con la abuela materna, a causa de las dificultades económicas que estaban sufriendo. Por tanto, creció rodeado de figuras femeninas, si bien nunca tuvo buena relación con su madre y su hermana.

Siendo todavía alumno se inicia en la escritura filosófica con el tratado Sobre el origen del mal.  Domgymnasium en Naumburgo, después en la prestigiosa escuela privada Schulpforta, en la que habían asistido Fichte, Schlegel y Novalis. Tenía una inclinación y sensibilidad literaria, escribía composiciones musicales y poemas, influenciado por el poeta alemán Ernst Ortlepp, quien también había cursado en Schulpforta.

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De estudiante a profesor de universidad

En la Universidad de Bonn estudió filología y teología, si bien esta última la abandonó poco después de empezar. Continuó su formación en la Universidad de Leipzig. Aquí entabló una relación amistosa con otro alumno, Erwin Rohde, quien se convertiría después en un importante filólogo y helenista alemán. Su amistad lo impulsó a escribir más sobre filología. Durante estos años de formación, leyó las obras de Arthur Schopenhauer y las de Friedrich Albert Lange, especialmente Historia del materialismo. Fue así como su interés por la filosofía fue incrementando, hasta superar al de la filología.    

Sus capacidades intelectivas destacaron desde muy joven; prueba de ello fue el hecho de conseguir una cátedra en la Universidad suiza de Basilea con solo 24 años. Allí enseñó lengua y literatura griega, pero tras un tiempo abandonó para viajar por Francia, Suiza e Italia, en busca de la ansiada serenidad, que nunca logró alcanzar.

Un amor no correspondido

Con el avance de la madurez, Nietzsche se volvió cada vez más huraño y aislado del mundo. La última gota de esperanza se la llevó una joven rusa, Lou Andreas-Salomé, que conoció en un viaje a Roma. Hija de un general ruso de origen alemán, Lou se acercó a la psicoanálisis gracias a relacionarse con el círculo vienés de Sigmund Freud, con el que mantuvo una importante correspondencia. Además de psicoanalista, fue una importante escritora de ensayos, críticas y artículos en los que, junto a los más variados temas, destacan sus escritos autobiográficos y sobre el papel de la mujer en la sociedad contemporánea.

Nietzsche se enamoró de ella en 1882, cuando Lou apenas tenía 21 años y toda su prometedora carrera por delante, mientras que él estaba a punto de alcanzar los cuarenta. Sin embargo, Lou rechazó su propuesta de matrimonio, dejando a Nietzsche en un estado depresivo. Tras este hecho, el filósofo se retiró por completo de la vida social, enfocándose únicamente en el aspecto profesional. Aunque Lou no lo apreció como amante y marido, sí podemos afirmar que admiraba su trabajo, pues años después, en 1894, le dedicó un escrito suyo: F. Nietzsche in seinenWerken (F. Nietzsche en sus obras).

La trayectoria intelectual y filosófica

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La trayectoria intelectual de Nietzsche puede dividirse en tres etapas, según el enfoque de sus estudios y reflexiones filosóficas. En la primera etapa, la estética o romántica, recibe la influencia de su amigo Richard Weignar, quien lo impulsa a escribir El origen de la tragedia a partir del espíritu de la música. Empieza su acercamiento a la filosofía, gracias a Schopenhauer, pero también al idealismo hegeliano. Asimismo, se interesa por las disciplinas científicas, cuales la biología, la física, la antropología y la astronomía.

La segunda etapa está marcada por una de sus mayores obras, Así habló Zaratustra (1883-1885), en la que expresa su crítica a la moral y la cultura occidental, mediante la formulación de los conceptos del nihilismo, la voluntad de poder, el eterno retorno y del superhombre. En la misma obra aparece también una de las teorías más polémicas del filósofo: la muerte de Dios como representación del fin de cualquier concepción idealista y de la metafísica occidental.

La tercer etapa se caracteriza por la publicación de Más allá del bien y del mal (1886), La genealogía de la moral (1887) y El crepúsculo de los ídolos (1889). En este momento se centra en la crítica de la moral y la necesidad de la transvaloración de todos los valores; su tono se vuelve más amargo. Afirma que Occidente está marcado por una metafísica de la venganza y el resentimiento contra la vida, cuyos principios han sido difundidos por la moral cristiana, a través de valores como la modestia y la pobreza, que Nietzsche considera completamente antinatural, contraria a los instintos primarios de la vida auténtica.

La crisis mental y los últimos años

Entre septiembre de 1888 y enero de 1889, Nietzsche se estableció en Turín. Fue una época bastante productiva en el aspecto intelectual, pues escribió varios libros.: El crepúsculo de los dioses (1888), El Anticristo (1888) y Ecce Homo (publicado póstumo, 1889).

Pero su estancia en la ciudad italiana se recuerda por un suceso que se sitúa entre la realidad y la leyenda. Lo que se cuenta es que una mañana de enero, precisamente el día 3, durante su paseo matinal, Nietzsche vio a un cochero golpear y dar patadas a su caballo. Conmovido y disgustado por tal acción, Nietzsche corrió hacia el animal y empezó a abrazarle y besarle, con lagrimas en los ojos. Aun consternado, fue acompañado a su dormitorio en alquiler mientras exclamaba ser Dioniso o Jesús Crucifijo.

Si este hecho corresponde a la realidad, no podemos demostrarlo. Lo que sí sabemos con certeza es que el mismo 3 de enero Nietzsche se desmayó en la Plaza Carlo Alberto y, desde aquel momento, empezó a escribir cartas dirigidas a familiares, amigos y personajes celebres en las que firmaba como “Dioniso” o “El Crucifijo”. Estas fueron la prueba de su avanzado estado de demencia.

Dejando de lado la veracidad de la anécdota, es indudable el valor simbólico del suceso como clímax de su derrumbamiento mental. Unos días después, el 9 de enero, su amigo y ex profesor Franz Camille Overbeck lo acompañó a una clínica psiquiátrica en Basilea. Aquí el doctor Wille le diagnosticó una parálisis progresiva y puso sobre la mesa una posible sifílide, aunque en tiempos recientes se ha pensado que fue una diagnosis anticipada y sin datos concluyentes. Su madre lo trasladó primero a una clínica en Jenay para después traerlo a su casa en Naumburgo.

Cuando esta falleció, en 1897, Nietzsche pasó a vivir en Weimar, donde su hermana lo cuidó hasta el final de sus días. En sus últimos años, Nietzsche permaneció completamente mudo e inactivo; finalmente, falleció el 25 de agosto de 1900, a causa de una neumonía.

«Lo que no te mata, te hace más fuerte.» Friedrich Nietzsche

Si quieres conocer más frases célebres de Nietzsche, para conocer su visión sobre el amor, la vida y Dios, no te puedes perder el artículo del blog La otra h.

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El legado de Nietzsche

El pensamiento filosófico de Friedrich Nietzsche ha sido uno de los más influyentes en el siglo XX, tanto en la literatura alemana y europea como en la teología. Ha sido objeto de estudio y crítica de importantes filósofos como Karl Jaspers y Martin Heidegger, y de los escritores y filósofos franceses Albert Camus y Jean-Paul Sartre.

En 1965, el filósofo francés Paul Ricoeur reunió a Nietzsche, Marx y Sigmund Freud bajo la expresión de «filósofos de la sospecha», por considerar que los tres, en sus respectivas teorías, representaron la crisis de la filosofía de la modernidad, desvelando significados ocultos en los valores y la conciencia del sujeto.

Sin embargo, lo más destacable de su fama póstuma ha sido su influencia en la ideología del nazismo, debido a una interpretación de sus escritos basadas en la manipulación y falsificación de estos por parte de la hermana. Solo en 1954 se pudo demostrar el trato que había tenido la obra del filósofo, gracias a la acción de Karl Schlecta. A partir de 1964 se empezó la edición crítica de sus textos a cargo de los filósofos G. Colli y M. Montinari, con el fin de restablecer la reputación de Nietzsche, distanciándolos del movimiento nazista. 

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