¿Hemos superado el humanismo? ¿Hay que superarlo? ¿Qué implica su superación? ¿Es lo mismo el antihumanismo que el posthumanismo? A continuación te contamos qué es el posthumanismo de la mano de Rosi Braidotti, una de sus mayores exponentes, y de su libro Lo posthumano.
1. El posthumanismo: ¿un «post» más?
Lo sabemos: cuesta ubicarse entre tantos «pos» (o «post»). Posverdad, posmodernidad, posmemoria, poshistoria… Llevamos décadas con la fiebre de lo posterior, lo cual parece muy sintomático. Sentimos o deseamos el final de una cosa, pero no podemos dejar de pensar lo nuevo en relación con lo anterior. Lo nuevo no es limpiamente nuevo, sino un añadido (un prefijo) que señala a la vez la superación («pos») y el encadenamiento a lo anterior (verdad, modernidad, memoria…). Al final, el «pos» ha terminado por parecer un truco para poner de moda cualquier concepto. Rosi Braidotti es muy consciente de este cansancio, pero su respuesta es clara y contundente:
«La condición posthumana, lejos de constituir la enésima variación n en una secuencia de prefijos que puede parecer infinita y arbitraria, aporta una significativa inflexión a nuestro modo de conceptualizar la característica fundamental de referencia común para nuestra especie, nuestra política y nuestra relación con los demás habitantes del planeta.»
Lo posthumano, por lo tanto, no es una simple moda académica, sino una categoría imprescindible para enfrentarnos a nuestras condiciones actuales de existencia.
2. Superar la distinción entre naturaleza y cultura
Si queremos entender qué es el posthumanismo, lo primero que debemos hacer es ocuparnos de su postulado fundamental: la distinción entre naturaleza y cultura.
El humanismo siempre ha desgajado al ser humano de cuanto le rodea. Existe la naturaleza y existe la cultura; la naturaleza está determinada, mientras el ser humano es libre; los demás animales son irracionales, pero el ser humano es racional; etc.
A través de estas oposiciones fue construyéndose el mito del Hombre, cuya representación ejemplar sería el Hombre vitruviano de Leonardo da Vinci. «La medida de todas las cosas», el sujeto racional cartesiano, el que kantianamente se da sus propias leyes, el ciudadano titular de derechos de la revolución francesa… La genealogía del Ser Humano (en la versión humanista) es brillante, y su leyenda continúa alimentando la imagen que nos hacemos de nuestra propia especie.
Como explica Vanessa Lemm en su libro Homo natura, Nietzsche fue uno de los primeros autores en oponerse a toda esa antropología humanista. También es uno de los principales inspiradores del posthumanismo de Braidotti, que parte del mismo presupuesto: naturaleza y cultura son un continuum, y nuestro tiempo nos lo demuestra constantemente.
3. Productos y productores de tiempos posthumanos
Si, en tiempos de Nietzsche, contradecir la antropología del humanismo clásico requería grandes dosis de conocimiento, capacidad crítica y audacia, hoy día sobran los ejemplos para demostrar que el ser humano no es una esencia única e inmutable, una creatura que vive al margen y por encima de su entorno animal y natural. Los avances científico-tecnológicos no hacen más que insistir en ello.
Se ha comprobado que algunas cualidades que se creían intrínsecamente humanas están presentes en otros animales. Cuando es necesario, la medicina integra tecnología (válvulas, marcapasos, prótesis…) en el funcionamiento orgánico de nuestros cuerpos, ¿y qué ejemplo más claro de la inseparabilidad de naturaleza y cultura que el cambio climático? No por nada el hombre (anthropos) ha bautizado, para algunos, la actual era geológica, el Antropoceno.
Por supuesto, la inteligencia artificial merece una mención aparte. De forma arrolladora, la IA se ha demostrado capaz de realizar muchas de las actividades que, cincuenta años atrás, creíamos que nos definían como especie. Dibujar, escribir, filosofar, traducir, componer música, resolver problemas científicos de alta complejidad, actuar en películas… Es cierto que aún presenta muchos fallos, pero si en tan poco tiempo hemos llegado al punto en el que nos encontramos, no hace falta mucha imaginación para intuir las dimensiones de lo que está por venir.
Frente a este panorama, muchos prolongan el paradigma humanista al seguir preguntándose por eso que nos hace humanos («¿Si no es crear, educar, investigar, filosofar, entonces qué?»). Para Braidotti, esa es una actitud reaccionaria que prefiere resguardarse tras los antiguos barrotes antes que salir y explorar las nuevas opciones de libertad.
4. El posthumanismo no es un (anti)humanismo
Para el oído común, posthumano está muy cerca de inhumano o anti-humano. Por eso, dos de las grandes preguntas que Rosi Braidotti, en la introducción a Lo posthumano, enuncia como guías del libro son las siguientes: «¿de qué modo lo posthumano produce sus formas propias de inhumano?[…] ¿cómo podemos resistir a los aspectos inhumanos de nuestra era?».
Que el anti-humanismo y el posthumanismo rechacen el humanismo clásico no significa que lo hagan por las mismas razones ni con las mismas consecuencias. Braidotti pone el ejemplo de una tragedia ocurrida en Helsinki, en 2007. Un chico finés de dieciocho disparó contra sus compañeros de instituto antes de suicidarse. Previamente, el chico había subido un vídeo a YouTube con una camiseta en la que se leía: «La humanidad está sobrevalorada». La teoría posthumanista podría compartir esta frase, pero por razones opuestas.
5. Oportunidades de una era posthumana
Junto a los peligros de una era posthumana, Braidotti no deja de señalar las oportunidades. A lo largo de su historia, el humanismo se ha querido universal, pero nunca ha dejado de ser particular. No todo ser humano era un Ser Humano: lo eran los hombres blancos heterosexuales de según qué países, pertenecientes a según qué clases, etc. El humanismo fue ampliando sus fronteras, pero sufre unas limitaciones estructurales (las derivadas de la escisión entre naturaleza y cultura).
Para Braidotti, lo posthumano representa una oportunidad de rebasar esas limitaciones del humanismo. Superando una idea de lo natural como cosa dada e inalterable, el posthumanismo abre las fronteras de lo humano y propone nuevas maneras de relacionarnos (con otros seres humanos, con el resto de seres vivos, con el medioambiente) que den respuesta los desafíos de nuestro tiempo.
