¿Organización de la información u organización del Ser?

De la publicidad y el consumo de masa de los años sesenta a las Inteligencias Artificiales, pasando por las redes sociales: la forma en la que organizamos la información hoy en día desdibuja cada vez más las fronteras entre autor y consumidor, entre narración y publicidad, entre testimonio y fake news. Esta falta coherencia o «síntesis narrativa» es, según Byung-Chul Han, síntoma de una crisis existencial.

Una crisis existencial como crisis de la narración

La crisis existencial en la que estamos viviendo es, según Byung–Chul Han, una crisis de la narración.

Nuestras vidas y la narración que hacemos de ellas van a destiempo y en ello consiste la crisis existencial de las sociedades de la información: «la crisis existencial de la Modernidad, como crisis de la narración, se debe a que vida y narración van cada una por su lado».

Para Han, la Modernidad tardía en la que vivimos es una época sin narración, sin capacidad de producción de sentido ni coherencia. Hoy en día gestionamos y computamos sucesiones de datos cuantificables que nos predisponen a vivir nuestra realidad de forma cuantitativa y a producir nuevas experiencias orientadas esencialmente a la consumición de momentos sin coherencia, sin narración.

El tiempo en el que vivimos a través de los stories o los snaps «es un tiempo sin interioridad», fragmentario, que no deja lugar alguno a la generación de un «yo mismo». Al asimilar este tiempo, hemos renegado de nuestra capacidad de otorgar sentido a la realidad que vivimos.

Postear o no postear, esa es la cuestión

Información, redes sociales

La aparente espontaneidad e instantaneidad del storytelling ha cobrado prestigio. Tanto es así que Instagram –sus home tours, sus qué tiene en el bolso una celebrity o sus cómo es un día normal en la vida de una influencer– ya no es suficientemente real, se ha caído la máscara: ahora lo que se lleva es Be real, que reproduce e intensifica el oxímoron, la meticulosa organización de la información en instantes que pretenden presentarse como discontinuos, arbitrarios, espontáneos y, sobre todo, genuinos.

Todo se vuelve exterioridad y publicidad; la información se mide y cuantifica mediante criterios de consumición. El ser es puro aparecer. Si los zapatos de Van Gogh hacían, según Heidegger, de apertura hacia el ser del objeto, y los zapatos de Andy Warhol, se lamentaba Fredric Jameson en la década de los cincuenta, «ya no nos hablan», ahora las pantallas, para Byung-Chul Han, ni nos miran ni nos dejan mirar.

«Como más eficazmente nos protege el smartphone de la realidad es haciendo que ella no tenga mirada. La mirada es el modo como se manifiesta el otro. La pantalla táctil hace que desaparezca por completo la realidad como rostro que nos interpela. Si al otro le quitamos su alteridad, se vuelve consumible.»

Información, Byung-Chul Han

Las pantallas no permiten la dialéctica interioridad-exterioridad, no permiten que el sujeto realice una tarea hermenéutica con el otro: la pantalla expele la mirada. La interioridad desaparece entonces en pos de un efecto superficial, un efecto epidérmico, como diría Deleuze. Postear o no postear, esa es la cuestión.

La interioridad ha salido de sí misma para decirnos: “mirad, estas son mis costuras, son observables y consumibles, hablemos de ellas sin pudor”. Al asumir que todo es observable, hacemos del complejo laberinto que es nuestra interioridad diversos pet peeves de los que podemos hablar en un Q&A. En la Modernidad tardía, para Han,

De la publicidad de los sesenta hasta la IA

Esa falta de coherencia entre post y post o producto y producto, no es ya efecto de una maquinaria capitalista externa a nosotros, como podíamos alegar en la década de los sesenta tras el boom publicitario de la cultura pop-american, cuando la obra de arte estaba hecha para consumir, o hace diez años cuando el consumo se convirtió en obra de arte con el diseño quasi-erótico de los productos Apple, objetos de lujo que se convirtieron instantáneamente en deseo de masas, como colocados en el bliss point entre el diamante y el pan.

Información, redes sociales
Fotografía creada a partir de IA (Dall·e)

Ahora, en la era del big data, hemos interiorizado esa maquinaria: las dinámicas impersonales y faltas de coherencia de las redes sociales han reestructurado por completo la forma en la que organizamos el sentido de nuestra realidad física. Hoy en día producimos información sin pretensión de otorgarle ningún sentido: en la sociedad de la información no hay una «síntesis narrativa», dirá Han.

Debido a la falta de narraciones y a la atrofia de nuestra capacidad narrativa, el yo no encuentra ofertas de sentido que le proporcionen una identidad mínimamente estable. Y los jóvenes son los primeros afectados: la falta de narración, esa dispersión de informaciones promueve y reproduce la sensación de arbitrariedad y desorientación, además de que, en palabras de Han, «no aporta ningún poder transformador de la sociedad».

Las Inteligencias Artificiales llegan ahora a paso lento pero sin pausa; renuevan las preguntas sobre qué es la inspiración, la autoría y la propiedad intelectual en esa sociedad de la información. ¿Es la inspiración un blockchain que podamos rastrear y cuantificar? Volvemos a los tiempos antes del demiurgo, antes de la creación del mundo y las cosas concretas: la realidad se nos aparece como una masa informe, un gran Caos en el cual las fronteras entre autor y consumidor, post y post publicitario, testimonio o fake new creada por una IA se desdibujan hasta desaparecer.

El formato modifica el Ser

El precio que pagamos por dejar la organización de la información en manos de los dispositivos digitales es, según Han, convertirnos en consumidores solitarios, aislados, consagrados a instantes, desorientados y vagamente convencidos de que el mundo es irreductiblemente arbitrario y azaroso.

Para Han, la narración es una necesidad existencial, la necesitamos para situarnos en el mundo, para otorgar un contexto y una cohesión a lo aislado y lo inconexo. Mientras que las informaciones se quedan en el qué, aislado e irreductible como experiencia vital, las narraciones explican el porqué de la cosas.

El mensaje de Byung-Chul Han que subyace a todo su análisis de las sociedades de la información en las que vivimos es claro: el formato en el que se presenta la realidad y el discurso que de ella hacemos modifica el propio ser.

Comprar 1200 x 150 px 3

Deja un comentario