«Unamuno: Fundador del Transhumanismo», por Raquel Ferrández

Raquel Ferrández, especialista en filosofía india y filosofía global, nos descubre en este texto a un fundador inesperado del transhumanismo: Miguel de Unamuno, quien en 1909 ya utilizó un término casi igual (trashumanismo) para designar una curiosa fusión del superhombre de Nietzsche y el Quijote de Cervantes. Aunque se trate de nociones distintas, ¿qué implicaciones tiene el trashumanismo de Unamuno para el transhumanismo actual? ¿Qué nos revela el origen paródico del segundo?

Filippo Tomasso Marinetti, fundador del futurismo a principios del siglo XX, figura como uno de los «Santos-patrones» del Manifiesto Tecno-Optimista (2023) de Marc Andreessen.1 Este manifiesto glorifica la máquina tecno-capitalista —«el motor de la creación material perpetua»— y compara a las sociedades con tiburones, destinadas a «crecer o morir». Andreessen intenta convencernos de que la tecnología es la solución a todos los problemas de la humanidad y quienes no estamos de acuerdo pertenecemos a la desafortunada categoría de los «engañados».

El discurso tecno-optimista de Andreessen no es nuevo. Hace más de un siglo, Marinetti ya clamaba por la destrucción de las bibliotecas y la caída del feminismo, loando la guerra y la belleza de la velocidad encarnada por las máquinas. Actualmente estamos saturados de falsas promesas y futuros planetarios redentores con los que la mentalidad de Silicon Valley justifica sus políticas y elude sus responsabilidades sociales. Paris Marx ha desmontado las falacias predicadas desde los púlpitos de lo que él llama la «religión tecno-optimista».2 Marx hace hincapié en un detalle significativo: la novedad no radica en el mensaje, sino en su forma, ahora formulada como una amenaza. Escribe: «[…] han extendido un puño con la amenaza de que si no aceptamos su futuro, habrá un infierno que pagar».3 Se trata del mismo tono amenazante que algunos ya apreciamos en la conversación entre Musk y Trump celebrada en la plataforma X en agosto de 2024, durante la campaña electoral estadounidense. «El mensaje principal: si Trump no gana las elecciones, y si Musk no se convierte en el emperador del universo, ya no vais a tener país», escribió David Smith en The Guardian.4 Ahora que el caballo de Musk ha resultado ganador, toca preguntarse: ¿Cuánto quedará de país (y de mundo)? ¿Resurgiremos de nuestras cenizas?

En 1909, solo dos meses después de la publicación del Manifiesto Futurista, Miguel de Unamuno (1864-1936) ya estaba harto del fanatismo en torno a las máquinas. Unamuno siempre fue una bofetada para el cientificismo, la práctica abusiva de resolver todos los problemas de la vida por medio de la ciencia (y la tecnología). Su hilarante sátira Amor y pedagogía (1902) ridiculiza las esperanzas de su época de poder fabricar seres humanos «perfectos» a través de una estricta pedagogía sociológica. Al principio de esta novela, uno de los personajes afirma que en el futuro será posible generar seres humanos a partir de probetas de laboratorio.

Transhumanismo vs. Futurismo

Para cuando Marinetti publicó su manifiesto, Unamuno llevaba años combatiendo este culto a la ciencia que asociaba con el «cerebralismo», una degeneración del intelecto causada por la rápida aceleración y mecanización de los entornos urbanos. La industrialización de la vida, advirtió Unamuno, impone ritmos de trabajo que los seres humanos son incapaces de «digerir». Escribió esto en el año 1902, más de un siglo antes de la infame robotización de los trabajadores por parte de empresas como Amazon o McDonald’s.5 Unamuno caracterizó el «cerebralismo» como la degeneración de pensar y sentir únicamente con el cerebro, ignorando el resto del cuerpo —y sus ritmos naturales— que ahora se limita a acompañar al cerebro como un mero esqueleto.

Cuando los periodistas europeos difundieron el manifiesto de Marinetti en los medios, el intelectual Gabriel Alomar publicó un artículo en un periódico catalán reivindicando que él había creado la palabra «futurismo» cinco años antes que Marinetti. Todo esto despertó al bufón que Unamuno llevaba dentro. No olvidemos que este filósofo siempre defendió el humor como arma de pensamiento.

Unamuno decidió contraatacar creando su propio movimiento. Inventaría un nuevo movimiento vanguardista, uno que también adorase el futuro utópico de algo, à la Marinetti, pero con el único propósito de animar a los lectores a apropiarse de él. Es decir, animando a las gentes a robárselo. Se lo daría al mundo con la esperanza de que alguien lo dotara de sustancia filosófica en el futuro. ¿Adivinas cómo se llamó su nuevo movimiento? Nada más y nada menos que «trashumanismo».

Miguel de Unamuno funda su «trashumanismo» en 1909, en un manifiesto publicado en el periódico español El Imparcial, bajo el título: «Trashumanismo». Este manifiesto se anticipa en más de medio siglo al «Manifiesto transhumanista» de Natasha Vita More (1983)6 e implica que la palabra «transhumanismo» no salió de la pluma del biólogo Julian Huxley, a quien ahora se atribuye comúnmente el neologismo.7 El transhumanismo nació de la parodia filosófica, no de la literatura con aspiraciones científicas.

¿Tiene algo que ver este transhumanismo paródico con el movimiento contemporáneo defendido por Nick Bostrom o David Pearce? Sí y no. El breve manifiesto de Unamuno tenía una intención satírica. El filósofo decidió dejar su nuevo sistema vacío de contenido, confiando en que el futuro, al que estaba parodiando, se encargaría de darle sentido. Esta deliberada falta de programa le permite a Unamuno declararse fundador de cualquier cosa que en el futuro recibiese el nombre de «transhumanismo». No podía imaginarse que su pequeña broma se convertiría en el gigante que es hoy. Y aunque no se refirió explícitamente a la mejora humana mediante la tecnología, al explicar el origen del término, Unamuno dejó claro que su transhumanismo tenía todo que ver con la mejora de la especie humana.

trashumanismo
Suplemento literario del periódico El Imparcial, 29 de marzo de 1909, donde Unamuno publica su manifiesto: «El Trashumanismo».

Del transtrigo al transhumanismo

El término «transhumanismo», explica Unamuno en su manifiesto, es el resultado de la fusión entre el «superhombre» (Übermensch) de Nietzsche y la noción de «trastrigo» mencionada en El Quijote de Cervantes. Tal y como Cervantes se refirió al trastrigo para evocar una sustancia nutritiva superior o una especie de trigo «mejorado», nosotros deberíamos usar el término «transhumanismo» para referirnos a la mejora de la especie humana. Esta explicación de Unamuno sobre el trastrigo no está exenta de guasa, pues Cervantes estaba lejos de referirse un «cereal mejorado». La expresión popular «buscar pan de trastrigo» se remonta en la literatura española a Gonzalo de Berceo (siglo XIII) y se utilizaba para indicar que alguien buscaba cosas difíciles o imposibles de forma innecesaria.9 También quienes andan buscando amoríos fuera del matrimonio están «buscando pan de trastrigo». Unamuno decidió dotar a esta expresión de un significado trascendente, convirtiendo la búsqueda del «supertrigo» en un ejemplo a seguir para la búsqueda del «superhumano».

Parodias proféticas

En su manifiesto, Unamuno predijo que alguien más reinventaría el término en el futuro y lo dotaría de sustancia intelectual con el tiempo. Menos de cincuenta años pasarán antes de que Julian Huxley cumpla sin saberlo la profecía de Unamuno, reinventando la palabra en su libro New Bottles for New Wine (1957) y afirmando con toda seriedad: «Yo creo en el transhumanismo».10 Solo unos años antes de este manifiesto, Unamuno había ridiculizado la idea de la mejora humana a través de la pedagogía sociológica en su novela Amor y pedagogía (1902). En esta sátira, Avito Carrascal está convencido de que podrá traer un genio al mundo eligiendo a una mujer biológicamente adecuada y aplicando métodos científicos a la concepción, el embarazo, el parto, la crianza y la educación del niño. Luis Apolodoro, el hijo así concebido, amante de la poesía y desviado de su «diseño original», acabará quitándose la vida para liberarse de la pedagogía paterna. Esta es la trágica consecuencia de la constante batalla que el cientificismo libra contra la vida a lo largo de la novela. Resulta sorprendente cómo anticipó esta novela de Unamuno el trágico caso de Hildegart Rodríguez Carballeira, que ocurriría en España solo unas décadas después. Criada en el laboratorio de la pedagogía cientificista por una madre defensora de la eugenesia, a los diecisiete años Hildegart ya era licenciada en Derecho, escribía en los principales periódicos españoles, estaba afiliada al Partido Socialista Obrero Español y mantenía correspondencia con personalidades de la talla de H. G. Wells, Havelock Ellis y el médico Gregorio Marañón. A diferencia del protagonista de la novela de Unamuno, Hildegart no se quitó la vida, sino que fue asesinada por su propia madre a la edad de dieciocho años. Como explican en la web del Ministerio de Cultura:

Las bufonadas de Unamuno, tal vez reaccionarias a ojos de su época, se revelan proféticas cuando se contemplan desde la nuestra. Y aunque por razones de época no pudo escribir una sátira en la que Avito Carrascal, en lugar de un pedagogo cientificista fuese un ingeniero transhumanista, al menos logró plantar la semilla del transhumanismo a partir del trigo «mejorado» de Cervantes. Podría decirse que Unamuno se burló del transhumanismo medio siglo antes de que existiera.


  1. El Manifiesto Tecno-Optimista de Marc Andreessen puede leerse aquí: https://a16z.com/the-techno-optimist-manifesto/ ↩︎
  2. Paris Marx, «The Religion of Techno-Optimism», 11 de diciembre de 2023, Disconnect Blog. Véase https://www.disconnect.blog/p/the-religion-of-techno-optimism ↩︎
  3. Idem. ↩︎
  4. David Smith, «The Musk-Trump X Interview», 13 de agosto de 2024, The Guardian. Véase https://www.theguardian.com/us-news/article/2024/aug/13/elon-musk-donald-trump-x-interview-delay ↩︎
  5. Véase, por ejemplo, Kate Crawford, Atlas de IA, Ned Editores, 2023. ↩︎
  6. Para una versión revisada de este manifiesto, véase: https://www.humanityplus.org/the-transhumanist-manifesto ↩︎
  7. En su visión histórica del pensamiento transhumanista, Nick Bostrom atribuyó la creación del término a Julian Huxley, aludiendo erróneamente a su obra Religion without Revelation (1927), en la que Huxley aún no había desarrollado el concepto. Véase Nick Bostrom, «A History of Transhumanist Thought», Journal of Evolution and Technology – Vol. 14 (1), 2005. https://nickbostrom.com/papers/a-history-of-transhumanist-thought/ Sin embargo, hoy se considera el libro de Fereidoun M. Esfandiary Are you Transhuman? (1989) como una de las obras pioneras del movimiento ahora conocido como «transhumanismo» y la primera en introducir el término «transhumano» en su sentido contemporáneo. ↩︎
  8. El manifiesto puede leerse aquí: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/viewer?id=9c3a179a-7334-4b08-861f-1a3fd6e514ff&page=3 ↩︎
  9. José Ramón Fernández de Cano y Martín, «Del trasiego del trastrigo al trasero del teatro: Nuevas interpretaciones del vocabulario erótico cervantino». Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America. Volume XIX (2) (Fall 1999), pp.87-100. Véase: https://www.cervantesvirtual.com/obra/del-trasiego-del-trastrigo-al-trasero-del-teatro-nuevas-interpretaciones-del-vocabulario-erotico-cervantino/ ↩︎
  10. Julian Huxley, New Bottles for New Wine, (London: Chatto & Windus, 1957), p.17. ↩︎
  11. Véase: https://www.cultura.gob.es/cultura/areas/archivos/mc/centros/cida/4-difusion-cooperacion/4-1-guias-de-lectura/escritoras/rodriguez-hildegart.html ↩︎

Deja un comentario