Entrevista a Javier Melloni en torno a ‘Somos su Secreto’

Aunque la obra de Javier Melloni (como su formación) es muy diversa, tiene un centro claro: la convicción de que todas las religiones convergen en un mismo punto. Acaba de publicar su segundo poemario, Somos su Secreto, y los temas de nuestra entrevista son tan ineludibles como inabarcables: poesía, mística, divinidad, cosmos y ser humano.

javier melloni

El conflicto central de la literatura mística es el que se da entre la experiencia y los límites del lenguaje, su imposibilidad para expresarla cabalmente. Como ya hiciste en Sed de ser (Herder, 2013), en Somos su Secreto te has enfrentado a ese conflicto desde la poesía. ¿Qué tiene la palabra poética para que tradicionalmente haya sido el medio de expresión por excelencia de la mística?

La palabra poética busca la expresión esencial; condensa en pocas palabras lo que necesitaría ser dicho en muchas con un lenguaje racional o lineal. Otra cuestión importante es que soporta las reiteraciones; no solo las soporta, sino que las necesita, para ir perforando lo que trata de expresar. Por último, porque en la poesía, como en la música, tan importante es la palabra como el silencio. En ese silencio, la palabra poética no nace, sino que engendra.

En la poesía mística, ¿dirías que la poesía es un medio hacia algo que la supera, la experiencia mística, o crees que la propia escritura es parte de la experiencia y la conforma? 

Son las dos cosas: a veces, la escritura es solo un torpe balbuceo para expresar lo Inefable; otras veces, se convierte en el medio incandescente que permite prender el Fuego.

Una última pregunta por el lado de la poesía. Los poemas que integran Somos su Secreto nos parecen de una gran belleza. ¿Cómo de importante es el valor estético para el intento de compartir la experiencia mística? ¿Puede un poema místico no ser efectivo poéticamente, pero sí místicamente (o viceversa)?  

Belleza, verdad y bondad están llamadas a confluir y cuando lo logran, es una fiesta para la mente (verdad), para el corazón (bondad) y para los sentidos (belleza). Esa fiesta es la teofanía que anhelamos. Pero no todos los místicos son poetas ni todos los poetas son místicos. No todos tenemos el mismo don de expresarnos, sabiendo que, en verdad, es nuestra vida la que tiene que ser expresión de la auténtica experiencia mística.

Todo el poemario se apoya en la concepción de que somos la Cara Oculta, el Secreto de Dios. ¿Podrías desarrollar un poco esta metáfora?

Ahí está la clave de todo: Dios es totalmente Otro en la medida que es el Otro lado de nosotros mismos al que no podemos llegar si nos concebimos como diferentes de Él. Su Otredad nos es inalcanzable mientras hay un yo autorreferido y cerrado. Dios no es alcanzable como Objeto porque Él es nuestra mismidad de la que brotamos continuamente. A medida que he ido escribiendo este poemario a lo largo de tres años, ha surgido un estribillo que está recogido en el último poema y que es el resumen de todo el recorrido: «Nos necesitamos mutuamente / Eres el Agua en la que te viertes / Sin nosotros dejarías de ser Fuente». El agua revela el secreto de la Fuente. Eso es lo que somos respecto de Dios. Por eso hemos elegido la bella portada del libro con una generosa cascada (del pintor paisajista Frederic Edwin Church).

En la «Presentación» dices que Somos su Secreto es un «poemario cosmoteándrico». ¿Qué significa esta expresión panikkariana, y cómo se refleja la dimensión cosmoteándrica en la estructura del libro?

Raimon Panikkar logró condensar en un solo término las tres dimensiones de la realidad que están presentes en todas las religiones: cosmos (naturaleza) – theos (Dios o lo divino) – andros (lo humano), las cuales forman una unidad inseparable. Estas tres dimensiones están en el libro en cuanto que todo el poemario se dirige a Dios, el Tú fontanal y originante de todo cuanto es y somos; el ser humano está presente en los poemas dedicados a nuestro pensar, decir, actuar, gestuar, a que somos  creador y receptores de bondad, de perdón, a la descripción de nuestras diferentes edades, etc., y el cosmos está en las teofanías minerales, vegetales, animales que trato de celebrar y agradecer en los poemas.

Utilizas epígrafes de autores cristianos como el Maestro Eckhart o Giordano Bruno, pero también de autores griegos o musulmanes. ¿La mística sucede al margen, más allá, más acá de la religión?

Las religiones son moldes, formas y gramáticas comunitarias que han cristalizado históricamente y a través de las cuales se transmite Lo-que (o El-Que) no-tiene-forma. La ambivalencia de las religiones radica en que esa misma facilitación acabe convirtiéndose en prisión. La dimensión mística se sustrae de ese posible secuestro. Por eso es tan necesaria como incómoda y liberadora.  

¿Cuál es, para ti, la importancia de entender a Dios, no como instancia externa, superior, alejada, sino como Ser presente en cada cosa, pequeña o grande, interior o exterior?

Esta comprensión de Dios es fundamental para la sociedad y cultura que vivimos. Un Dios antropomórfico separado y juez del mundo ya no es creíble para casi nadie. Pero si Dios resulta ser el Ser-más-allá-de-todo que al mismo tiempo es el Ser-más-acá-de-todo, esta aproximación abre muchas posibilidades y ese Dios tiene mucho que decirnos. Dicho más radicalmente: Dios no existe; Dios es. Quienes existimos somos nosotros. Nosotros y la toda la realidad -lo que tradicionalmente hemos llamado «creación» – somos la existenciación de Dios. Por lo tanto, todo es Dios bajo la forma de cada cosa. Hay una sentencia latina que dice: Non coerceri maximo, contineri tamen a minimo, divinum est («Lo divino no es ser inabarcable, sino dejarse contener en lo más ínfimo»).

Sobre la comprensión de la mística, afirmas: «Lo que antaño fueron cimas, hoy comienzan a ser praderas». ¿Ves con optimismo el futuro de la mística?

Espero que no se trate de una mera cuestión de optimismo sino de una comprensión esperanzada -eso sí- que constata lo que está sucediendo actualmente: cada vez hay más personas que después de haber pasado por el ateísmo o de haber abandonado la fe en el Dios tradicional, están descubriendo que la realidad no se reduce a la percepción de nuestro pequeño yo egocéntrico, sino que formamos parte de un Todo que nos contiene al mismo tiempo que lo contenemos y que hemos de detenernos más para escucharlo e interpretarlo. Nunca se habían leído a los místicos y místicas de otros tiempos y de las diferentes tradiciones como hoy. Hablan de Algo que apenas se supo entender en su tiempo y que incluso les costó la vida. Hoy empezamos a comprender que nos va la vida comprenderlo.

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