¿Qué son los casos Gettier? 3 claves para entenderlos

En 1963, el filósofo estadounidense Edmund Gettier publicó un artículo académico que, con tan solo tres páginas, hizo que la epistemología contemporánea se tambaleara. A continuación os detallamos qué son los casos Gettier y por qué son tan importantes para la filosofía de nuestro tiempo. Todo ello, a partir del libro Información y significado, la brillante introducción de Javier Anta a la filosofía de la información.

1. Las tres clases generales de conocimiento

Para comprender el sentido y la importancia del problema de Gettier, antes hay que explicar unas pocas nociones sobre epistemología. En cualquier curso de introducción a la epistemología se comenzará diferenciando entre tres clases de conocimiento: el conocimiento por familiaridad, el conocimiento proposicional y el conocimiento del saber hacer. Veamos en qué consiste cada cual.  

Conocimiento por familiaridad

Como explica Javier Anta, «es aquel que nos permite saber características vagas e indefinibles sobre un fenómeno por mantener un contacto cotidiano con el mismo». Un ejemplo. Si pasamos un día en París, sabremos que es una ciudad populosa y de gran riqueza cultural, pero por la simple la experiencia (la «familiaridad») no podremos concretar ese conocimiento en datos verificables.

Conocimiento proposicional

Es aquel por el que decimos que París tiene veinte millones de habitantes y ningún monumento cultural. En este caso, se trata de proposicionales falsas, por lo que alguien puede corregirnos e informarnos de que la ciudad de París tiene poco más de dos millones de habitantes y cuenta con 2.185 monumentos. Es decir, el conocimiento proposicional se llama así porque se expresa en proposiciones verificables.

Conocimiento del saber hacer

Diferenciado del proposicional por Gilbert Ryle, este es el tipo de conocimiento práctico. Saber tocar el violín, hacer un nudo, inflar un globo… No tiene pérdida.

2. La definición platónica o tripartita del conocimiento

De estos tres tipos de conocimiento, el que tradicionalmente ha acaparado la atención filosófica es el proposicional. (Por ello, Gilbert Ryle acusaba a la filosofía de intelectualismo). Desde el Teeteto, de Platón, la definición del conocimiento que se suele aceptar es la llamada platónica o tripartita, la que afirma que alguien (un agente) sabe algo (p) si:

  1. p es verdadero.
  2. El agente cree que p.
  3. El agente está justificado en creer que p.

Supongamos que Pedro (agente) cree que determinado colegio está cerrado (p). P solo sería un conocimiento si:

  1. El colegio está realmente cerrado.
  2. Pedro cree que efectivamente el colegio está cerrado.
  3. Podrá debe tener razones suficientes para creer que el colegio está cerrado. Por ejemplo, haber visto un cartel de «colegio cerrado».

3. Los casos Gettier

Tres páginas le bastaron a Edmund Gettier para sacudir los cimientos de este modelo. El artículo se titula «Is Justified True Belief Knowledge?» («¿Una creencia verdadera justificada es conocimiento?»), y apareció en 1963.

ver libro 21

Siguiendo con el ejemplo clarificador de Javier Anta en Información y significado, supongamos lo siguiente. El colegio está cerrado porque el Ministerio lo ha clausurado para realizar una inspección técnica. El cartel que vio Pedro parece indicarlo, pero no es así. Ocurre que el día anterior fue festivo, que el bedel puso el cartel y que se le olvidó retirarlo al final del día.

¿Podemos decir que Pedro tiene conocimiento auténtico de la situación? Su creencia se basaba en la visión del cartel, pero la presencia de este se debía a que el día anterior fue festivo. Al día siguiente, cuando Pedro lo vio, el cartel no debía estar. Sin embargo, por el olvido del bedel, seguía allí, y dio la casualidad de que, en efecto, el colegio volvió a estar cerrado a causa de la revisión, por lo que el cartel resultó fortuitamente oportuno.   

A este fenómeno de creer algo que es verdadero de manera justificada por casualidad se le llama suerte epistémica, y a estos casos, casos Gettier o problema de Gettier. Su importancia radica en que obligó a repensar los fundamentos de la ontología, de lo cual salieron propuestas muy interesantes. Entre ellas, la posibilidad de utilizar nociones teóricas de información para definir el conocimiento.

Ese es uno de los puntos de origen de la filosofía de la información. Si no conocéis esta nueva rama de la filosofía que se promete (y se ha demostrado ya) tan fructífera, os recomendamos la lectura de Información y significado, de Javier Anta, una de las primeras introducciones a la filosofía de la información en español.

Deja un comentario