La ética según Hume y Kant

Después de haber visto la ética de Aristóteles y el utilitarismo de Mill, seguimos nuestro recorrido por el pensamiento ético. Esta vez, nos centraremos en la ética según Hume y Kant, dos de los grandes filósofos cuya reflexión puede ayudarnos a comprender mejor nuestra conducta, así como a cuestionarnos nuestros valores y elegir la manera de vivir más adecuada para nosotros mismos. 

Hume y el emotivismo moral

ética Hume
David Hume

La tesis ética de Hume (1711- 1776) más característica consiste en afirmar que el fundamento de la moral no está en la razón sino en los sentimientos. Su filosofía parte de la premisa que existen dos tipos de conocimiento. Por un lado, están las relaciones de ideas, las verdades analíticas utilizadas en la matemática y la lógica que ofrecen una certeza absoluta, pero no nos dicen nada de la realidad empírica. Por otra parte, las cuestiones de hecho están basadas en la experiencia, pero no aportan una verdad absoluta, pues no están justificadas por demostración.

Sin embargo, el conocimiento de la moral no puede ser incluido en ninguno de los dos grupos, puesto que está fuera de los límites de la razón y tampoco nos ayuda a describir la realidad. Por tanto, para Hume, no existe un conocimiento ético en cuanto tal porque la moral se fundamenta en el sentimiento. El juicio moral que damos a una acción o característica depende de la emoción que despierta en nosotros. Una acción será considerada buena o positiva si provocan sentimientos de aprobación, mientras que será valorada como negativa en el momento en que provoque un sentimiento de rechazo. Por ello, la ética de Hume se conoce como emotivismo moral, en oposición al intelectualismo moral, que pone al centro de la teoría moral el conocimiento.

Otro aspecto relevante de la ética de Hume es su pragmatismo, según el cual los juicios y las normas morales tienen una función: influenciar la conducta humana mediante las emociones ligadas a esta. De este modo, se promueven las acciones que generan aprobación y se frenan las que nos inspiran rechazo. El emotivismo moral y pragmatismo de Hume influirán considerablemente la reflexión sobre la ética analítica del siglo XX, la cual dará importancia al contenido emotivo y pragmático de las normas morales.

La ética de Kant

Ética Kant

La ética de Immanuel Kant (1724-1804) se opone a las éticas materiales (aristotélica, epicúrea, utilitarista), las cuales nos explican las normas a seguir para alcanzar un fin y, en última instancia, el bien supremo. Según el formalismo de Kant, la moral no debe ofrecer normas concretas de conducta, sino establecer el criterio con el que debemos decidir si una norma es moral o no.  Solo de este modo una ética puede llegar a ser universal, válida para cualquier ser racional.

Dichas normas son llamadas imperativos categóricos que, a diferencia de los hipotéticos de las éticas materiales, no están ligados a un fin concreto, sino que obligan a actuar de una forma universal e incondicional. Para la ética kantiana estas son las verdaderas normas morales porque son desinteresadas, independientes de su contexto y sus consecuencias. Si un imperativo hipotético sería “si no quieres ir a la cárcel, debes cumplir las leyes”, el imperativo categórico que universalizaría tal norma sería “debes cumplir las leyes”.

Otro factor importante en la ética kantiana es el valor que se le da a la libertad y la autonomía del sujeto. Las normas morales no deben ser impuestas por agentes externos, como la autoridad civil, la tradición e incluso la naturaleza y las costumbres. Es la misma razón humana que las establece, porque solo de esta forma pueden ser universal para todos los seres capacitados de raciocinio. El ejercicio de la racionalidad es de vital importancia para el filósofo; de hecho, lo considera el bien supremo al que debe aspirar, además del individuo, toda la comunidad, aspirando así a una “legislación universal en un reino de los fines”.   

«Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal.» Immanuel Kant

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