En el doble sentido del adjetivo, la dificultad de las obras de Kant es legendaria: todo el mundo la conoce, y no es completamente cierta. La Crítica de la razón pura, la Crítica de la razón práctica o la Crítica del juicio, naturalmente, son libros de gran complejidad y el lector debe estar preparado para asumirlos. Pero la obra de Kant es muy amplia, y contiene textos mucho más accesibles como los que os recomendamos a continuación.
1. «¿Qué es la ilustración»?
Por su brevedad y su accesibilidad, de entre las obras de Kant, este es sin duda el mejor texto para empezar a leer al filósofo de Königsberg. En una nota a pie de página de un artículo publicado en 1783, el reverendo Johann Friedrich Zölner formuló una pregunta: ¿qué es la ilustración? Varios filósofos propusieron sus respuestas, pero, a ojos de la historia, la de Kant ha eclipsado las demás. Apareció en diciembre de 1784 en el Berlinische Monatsschrift, y el título completo del escrito fue: «Respondiendo a la pregunta: ¿Qué es la ilustración?».
Ya en la primera línea Kant responde con la definición por antonomasia de la ilustración:
«La ilustración es la salida del hombre de su autoimpuesta minoría de edad».
Con «minoría de edad» -Unmündigkeit, a veces traducido como «inmadurez»-, Kant se refiere a la dependencia, a la falta de autonomía del ser humano en el plano intelectual. En lugar de pensar por sí mismas, mediante el uso de la propia razón, la mayoría de personas permiten que alguien lo hagan por ellas al asumir ideas sin cuestionarlas. Así, en la otra frase célebre del texto, Kant nos exhorta a ejercitar una cita de Horacio:
«¡Sapere Aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la ilustración».
2. Sobre la paz perpetua
A diferencia del brevísimo «Qué es la ilustración», Sobre la paz perpetua es un libro propiamente dicho, aunque no muy largo (unas 150 páginas, muy breve en comparación con otras obras de Kant). El objetivo del escrito lo declara abiertamente su título: pensar la posibilidad de una paz perpetua, de un mundo sin guerras. Para ello, el texto se nos presenta como un auténtico tratado de paz, con sus artículos preliminares, sus artículos definitivos, sus suplementos y sus apéndices. Los artículos preliminares exponen las medidas inmediatas que los estados pueden tomar para evitar las guerras; los artículos definitivos, las condiciones para propiciar la paz. Estos últimos se reducen a tres:
- «La constitución civil de todos los estados debe ser republicana».
- «La ley de las naciones debe estar fundada en una federación de estados libres».
- «La ley de la ciudadanía mundial debe estar limitada a condiciones de una hospitalidad universal».
Sobre la paz perpetua se publicó originalmente en 1795, en plena Revolución francesa (que, en general, Kant vio con buenos ojos), por lo que es un fruto natural de su tiempo. Esto no significa, sin embargo, que se agote en él. Al contrario: basta con ver un telediario para comprobar que Sobre la paz perpetua es una de las obras de Kant más vigentes y necesarias.
3. Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime
De nuevo, una de las obras de Kant más cortas y accesibles. Esta vez, sobre estética. Años más tarde, Kant se ocupará ampliamente del fenómeno estético en la Crítica del juicio, y le concederá una importancia capital al concebirla como puente entre la razón pura y la razón práctica. Sin embargo, esta obra de 1764 permite conocer las principales ideas sobre estética de Kant sin necesidad de vincularlas con su sistema filosófico posterior.
La mayor aportación de la obra es la introducción del concepto de lo sublime y su diferenciación respecto de lo bello. Mientras lo bello se mantiene dentro de los límites de la forma y produce únicamente una sensación agradable, de placer, lo sublime rebasa los límites formales y nos atrae con la fuerza de lo que seduce y al mismo tiempo aterra. Para Kant, un prado soleado y florecido es bello, mientras la cima de una montaña nevada es sublime.
4. Fundamentación de la metafísica de las costumbres
El título de esta obra de poco más de 150 páginas tal vez asuste, pero no es para tanto. Lo de metafísica de las costumbres a veces se traduce como metafísica de la moral, con lo que una parte del título se aclara: se trata de una obra de filosofía moral. Respecto a metafísica, aquí ha de entenderse como una fundamentación universal de la moral. Es decir, la pregunta que guía a Kant es la siguiente: ¿pueden establecerse leyes que, sin importar el tiempo, la persona ni el lugar, rijan nuestras acciones?
A más o menos cualquiera que se haya cruzado con el nombre de Immanuel Kant le sonará el concepto de imperativo categórico. Pues bien, en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres es donde Kant lo introduce y lo desarrolla. En ella encontramos una de sus definiciones canónicas:
«Obra solo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en ley universal».
El razonamiento de Kant es tan polémico como sencillo: ¿el mundo sería peor si todos cometiéramos determinada acción? Entonces no hay que cometerla. Kant entiende, por ejemplo, que existen mentiras piadosas, pequeñas trampas que no hacen daño a nadie. Pero el mundo, sin duda, sería peor si todos mintiéramos, así que no debemos mentir bajo ninguna circunstancia.
La Crítica de la razón pura en versión manga
Adentrarse en la Crítica de la razón pura sin un conocimiento previo de la filosofía kantiana es una empresa árida, ya que, entre las obras de Kant, es una de las más complejas. Aun así, existe una opción intermedia: leerla sin leerla. ¿Cómo? A través de una adaptación de la obra al manga.
Con un enfoque novedoso y atractivo, la Crítica de la razón pura en versión manga acerca al público no especializado los conceptos principales de la obra original. En ella, Kant se guía por una pregunta básica: ¿puede ser la metafísica una ciencia? Este interrogante lo lleva a ensayar una síntesis entre racionalismo y empirismo y a efectuar su propio giro copernicano. Para Kant, el conocimiento no proviene del objeto, sino del sujeto. No conocemos el objeto en sí (noúmeno), sino la representación que nos hacemos de él (fenómeno). Las resonancias de este giro son tan potentes que aún hoy pueden seguir oyéndose.